La marea grana de profesionales en el extranjero
Esta empresa Multidiciplinar CueArquitectosyAbogados® que dirijo ha visto ya de todo. Hoy voy a hacer una breve reflexión desde el punto de vista del que inicia su profesión. Porque hoy esto me preocupa más que otras noticias. Hoy esto es noticia. Y es más que noticia es sentimiento. Y, lo digo con pena pero con satisfacción. Nuevamente es la familia, familia en el sentido amplio, moderno, romano de su acepción, la que provoca, asume, apuntala y, en estos días de Navidad, sufre. Hijos, sobrinos, amigos, compañeros y amigos, todos en el extranjero.
He visto tres crisis, he vivido momentos iniciales, de ilusión profesional y de integración social, periodos de crisis, periodos de intensa formación específica de postgrado a la par que la continua, cambios de trayectoria profesional y de trayectoria económica.
Y, ¿qué ha pasado con el joven licenciado recién salido en estas décadas?
Antes que nada he de decir que acuñé una forma verbal estudiando: «hay que salir follado». No era mía sino de un catedrático y con sentido diverso la usábamos: uno pretendía que saliéramos ya hechos personas formadas y el otro irnos lo antes posible a la calle.
O sea que a finales de los setenta y principios de los ochenta lo importante era salir a trabajar. Y nos lo ponían difícil: entre los que venían del Curso Ingreso y los que tenían seis años con asignaturas desdobladas y un fin de carrera completito con tribunal inquisitorial incluido …
Para salir había que ganar algún dinero extraprofesional (clases, bares …) o profesional (trabajos en los despachos y estudios). Y lo primero era «abrir un estudio». No se planteaba nadie irse al paro o similar.
Aparecen los concursos dirigidos a arquitectos consagrados con nóveles. Aparecen los contratos de servicios de algunas administraciones. Aparecen las oposiciones o las entrevistas para contratos profesionales, con períodos previos de «prácticas» eternos… pero aparecen oportunidades.
Cuando la consolidación económica, he visto al profesional recién salido disponer de un contrato-tipo vigilado por las Escuelas de Ingeniería o Arquitectura que les permite adquirir práctica, cubiertos por la Seguridad Social de Estudiante, mientras finaliza la carrera o hace algún master. Trabaja (hace una década) por 10€/hora con un control de sus prácticas, del expediente curricular, y del cobro… Así consiguen establecerse, o dar el salto a la Administración o a despachos o estudios propios o compartidos con jóvenes voraces por comerse el mundo.
Y hoy, ¿qué es hoy de esa voracidad? Hoy, con los idiomas, con la bajada de emolumentos producto de una devaluación encubierta de la peseta respecto del euro, sí, así lo digo y así es más entendible, hoy esa voracidad por comerse el mundo se ha convertido en una MAREA GRANA. Tampoco es original, el nombre lo han acuñado nuestros jóvenes con lo que tiene en común cuando salen fuera: ¿la roja?, ¿la rojigualda?, ¿la estelada?, ¿la de Hércules, emigrante donde los haya?, no, es mucho más prosaica: Es el color del puñetero pasaporte.
Hoy profesionales jóvenes de la obra civil o de cualquier rama de ingeniería, administración de empresas, sector sanitario, servicios turísticos (¿también?, sí, también) están en el extranjero buscándose las habichuelas (error, podrán comer fish and chips, pero guisos…)
Me dicen que hasta dos millones de jóvenes españoles (el que haga distingos por regiones puede llevarse más de una sorpresa sobre el famoso hecho diferencial, vaya a que se considere más extranjero en una ciudad, o en un cluster, aquí que en Londres, Estrasburgo o Toulouse).
No me asusta que se vayan. No me asusta que os vayáis. No os váis. En vuestras carnes sufrís esta situación disponiendo mayor formación que nuestros antiguos y que nuestros abuelos.
Pero volveréis y seréis capaces de mejorar esto. Yo espero que este esfuerzo físico y mental en vuestros mejores años reviertan en una mejora integral de esta tierra. Conocimientos mayores, capacidad de trabajo en equipos multicisciplinares, multiculturalidad, integración con otras sociedades …. todo eso lo ganaremos.
Ahora por Navidad nos toca aguantar y recordaros para vernos cuando podamos en familia. Mi regusto no es de fondo amargo sino en todo caso agridulce. Skype me permite hablar con un hijo mío más que cuando «dormía» en el dormitorio de al lado. Y por finalizar con un tono festivo esta reflexión: «pisha» si yo cuando quiero volver es en Carnaval, o en la Feria de mi pueblo, o en Semana Santa a sacar a mi Cristo de la Buena Muerte, o a la Diada, o al Rocío o a asomarme a Finisterre … Mientras, curiosamente pero coherentemente, os pido que no olvidéis a los que están con vosotros por ahí desperdigados, son vuestra generación, sois vosotros.
¡Feliz Navidad!
D. Alfonso Carnerero Parra. Director Técnico de Cue Arquitectos y Abogados.