Café de Colombia: por qué un producto de prestigio ha entrado en crisis
Colombia siempre ha estado ligada a una extensa tradición dentro del ámbito de la caficultura, una actividad que ha contribuido notablemente a crear unas condiciones óptimas para el crecimiento económico de todo el país. Esta consolidación comenzó en la segunda mitad del siglo XIX, aprovechando la revolución industrial y el aumento de la demanda por parte de países prósperos como Estados Unidos. Así, con el paso de los años, Colombia se convirtió en la primera potencia mundial exportadora de café en variedad arábica. Sin embargo, en pleno siglo XXI, con la bajada de los precios internacionales y la inestabilidad del dólar, este exclusivo manjar atraviesa la peor crisis de los últimos 10 años.
Colombia y la crisis cafetera internacional
La actual crisis de la producción cafetera es para muchos la peor en la historia de Colombia, sobre todo ante la imposibilidad de encontrar una solución efectiva dentro de la política económica del Gobierno al mando. Como ya hemos visto anteriormente, la caída del precio y la falta evidente de producto hacen cada vez más complicada la llegada de una salida adecuada para este problema.
Sin embargo, uno de los factores que más ha influido en esta situación es la llamada enfermedad holandesa, es decir, “un fenómeno que ocurre cuando un país recibe una cantidad masiva de recursos económicos del extranjero, detonando una fuerte apreciación de su moneda y provocando una pérdida de competitividad a las exportaciones y un encarecimiento del valor en dólares de los bienes y servicios comerciados”, tal y como explican desde ‘El Economista’ de México.
Aunque pueda parecer un caso aislado, Colombia ya ha superado otras dos crisis cafeteras de igual impacto. La primera en 1993, un año después de que el Gobierno de César Gaviria adecuara el precio al libre comercio, y de nuevo en 2001, a la que se sumaron otros sectores alimentarios como el de la leche, la panela o las patatas. No obstante, lo que diferencia la actual del resto es que el problema no solo reside en el precio, sino también en las causas antes expuestas.
Los cafeteros demandan medidas al Gobierno, como un alivio a las deudas y ayudas puntuales con los fertilizantes
Sin ir más lejos, el pasado mes de junio el mercado recibió únicamente 3,6 millones de sacos de café. Una cifra insignificante en comparación con el año 1992, cuando Colombia produjo más de 16 millones de sacos; el año 2007, con 12,7 millones; o incluso hace solo siete años, cuando salieron a flote un total de 7,8 millones de sacos de café. Lamentablemente, esta situación no solo afecta a la economía del país, también al medio millón de familias que dedican su vida a cultivar este grano. ¿Cuál es entonces la solución más viable?
Guerra de soluciones
“La solución de esta crisis ya no radica en unos subsidios gubernamentales o en una condonación de deudas. Habría que darle un giro radical a la política económica de Santos, a la de la confianza inversionista en el sector minero-energético y potenciar la producción agrícola e industrial. De no ser así, no solo el café sino un sinnúmero de productos empezarán a quebrar y a la selección colombiana de fútbol no le podrán decir en el Mundial “la selección cafetera”, exponen desde la Organización Colombiana de Estudiantes.
Mientras tanto, los cafeteros demandan serias medidas al Gobierno del presidente Iván Duque como, por ejemplo, un alivio a las deudas obtenidas tras la crisis, ayudas puntuales con los fertilizantes o la renovación de los cafetales. “El Gobierno está elaborando un documento Conpes para implementar un plan de renovación de cafetales, con el fin de que los cultivos estén en óptimas condiciones y de esta manera se aumente la productividad. Este plan tendrá un período de siete años, del 2019 al 2024, y en él se invertirán 27.000 millones de dólares anuales”, prometió el Ministerio de Hacienda el pasado mes de abril al medio ‘El Espectador’.
Sin embargo, desde la Federación de Cafeteros creen que no existen soluciones a largo plazo y que esta recaída periódica del mercado es una señal de que las medidas deben ser mucho más contundentes de las ya expuestas. Entre ellas destaca la implantación de variedades de café más productivas y resistentes a plagas y enfermedades, mecanizar la recolección del fruto y aumentar el consumo interno del producto que ahora se sitúa en los dos kilos anuales, muy lejos de los 12 kilos que se consumen en países como Finlandia.
Un café de prestigio
Los principales responsables del sector también temen que esta crisis afecte sin remedio a la reputación que siempre ha caracterizado al producto. ¿Qué elementos hacen del café colombiano una variedad tan especial? En primer lugar, en el país solo se cultiva café arábico, el más apreciado por su sabor y aroma. Además, sus campos reciben la influencia de unas condiciones geográficas únicas en su especie; el clima tropical y las altas montañas son dos requisitos ideales para el cultivo de café.
Y por último, y no menos importante, “mientras que Brasil apuesta por una recolección automatizada, en Colombia predomina la recolección manual que mejora la calidad del grano”, alaban desde Cafés Candelas. Un proceso muy concreto y cuidado que ha dado lugar a cuatro denominaciones de origen nacionales -Cauca, Santander, Huila y Antioquia- y desde 2005 una denominación de origen especial otorgada por la Unión Europea. ¿Conseguirán paliar esta crisis y mantener el prestigio de toda una vida?
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