Barcelona, cuarta Smart City en el ranking europeo y primera de España. Una reflexión.

Barcelona cuarta Smar City de Europa.

Entiendo que Smart City es una realidad pero que a la par es un slogan. Y veamos el primero de ellos: es importante destacar que en Europa la primera ciudad española en un supuesto ranking es Barcelona tras Copenhague, Amsterdam y Viena. ¿Lo hemos votado, lo hemos comparado, se nos ha propuesto en las elecciones, o en lugar de ciudadanos somos pax de unos estadísticos para vendernos servicios a través de nuestros representantes?

De la página web del Ayuntamiento de la Ciudad Condal cabe destacar que esta alta calificación viene fundamentada en:

– la aplicación de tecnologías de información y comunicación

– la mejor gestión eficiente de los recursos y de los servicios

– la multiplicación de instrumentos y de emplazamientos para la relación (interacción)

– el transporte alternativo con el coche eléctrico, el tranvía y la sevici

– el sistema de recogida de información sobre ruidos, comunicación, contaminación, etc

– la creación de un barrio «distrito 22@» pensado en la integración de actividades

Me felicito que la segunda ciudad española, primera en muchas cosas, ciudad cuya reconocible  personalidad propia urbana explota en el XIX y principios de XX con dos nombres de referencia, el Militar del Arma de Ingenieros D. Ildefonso Cerdá y el admirado Arquitecto Antonio Gaudí i Fornet.

Escuetamente pero sin simplismos quiero defender a esa Barcelona a la que todos admiramos y que ha sido escuela de grandes arquitectos y urbanistas, y grandes escritores como un Eduardo Mendoza que la describió tan claramente a través de sus personajes de la Ciudad de los Prodigios, y no tanto a la Barcelona Smart City, por lo que diré.

Esta aplicación de tecnologías que se nos vende «sin conocer su coste material y espiritual» nos facilita pero nos controla, y es un equilibrio difícil que nos obliga a pensar (quién no ha visto la saga Bourne, en la que en supuesto tiempo real se sabe todo, tiempo al tiempo).

Primero lo primero:

La smart city es la implementación de procesos controlados por multinacionales de los servicios y de la comunicación que ofrecen a nuestros políticos aplicaciones que nos hacen, a sus votantes,  la vida más fácil, más ordenada, más cómoda, más todo, hasta el extremo de terminar como en la fábula de dibujos animados llamada Wall-e, claro que no tan gordos porque vamos a los smarts gyms y los fines de semana recorremos las smarts vías pecuarias vestidos de Colonel Capiota o de las más asequibles Oasis o Bumerang, según el nivel de la cuenta que tengamos en Andorra, por ejemplo.

La mejor gestión eficiente nos permite saber en una parada a qué hora nos llega el bus y cuántos nos montamos en él. Con el tiempo puede que sea obligatorio. Ahora ya hay una policía de basuras que nos multa si no bajamos los lunes la biológica que sea sero positiva, los miércoles la de plásticos procedentes del petróleo, y los viernes las silíceas. No, en Barcelona no,  pero hay ciudades europeas que ya revisan en las basuras para saber quién las tiró. Lo que se dice un derecho a la intimidad constitucional seccionado, sin orden judicial.

La multiplicación de instrumentos y emplazamientos para la comunicación ya la veo cuando voy a Barcelona: todos con sus móviles hipercomunicados, chocando con los viandantes, ajenos en los pasos de cebra a la interacción real, y escuchando un catalán estridente tecnológico vacuo, en lugar de esa preciosa lengua entre personas que hablan entre sí.

El transporte alternativo es estupendo: un tren de vía fija y catenaria, vía fija y catenaria no necesarios ya (no pasa nada, nos venderán las mejoras más adelante esas multinacionales y constructoras). Y coche eléctrico para nosotros, y no para los cientos de taxis que en concesión administrativa dan el servicio que precisa Barcelona. Y bici también para nosotros. Me sorprendió en Nueva York la existencia de paquexprés y policía en bici, en una curiosa película.

Por cierto, todavía no he visto a los líderes del Partido Comunista Chino bajarse de sus «Haiga negros», pero los taxis de tracción humana de Asia los hemos de ver, en un avance sindical sin precedentes: marketing previo, smart city, puestos de trabajo, etc.

El sistema de recogida de información, estupendo. Ah! pero ¿que no existía para poder darnos servicios como el agua potable en perfecto estado o para avisarnos del exceso de polen o para que nos escondiéramos si iba a caer una bomba de los nazis?. O ¿es que ahora es más caro, más perfecto, lo controla una multinacional que «usa» esa información por ejemplo para explicarle a SaraFashion o a StartreckCafé o a Extimissimmi dónde debe implantarse?

El Distrito 22@, un preclaro ejemplo del urbanismo de la nada, que ha presidido estos años; ya el nombre asusta, me recuerda a una película americana y su remake, ese nombre que debió costar un riñón buscar por un consulting publicitario y decidir por una cúpula empresarial y política.

No, no lo visitéis, si no es por  motivos de trabajo, perded, si se puede decir así, vuestro tiempo en el Ensanche, en la ciudad medieval, en la Rambla, el Puerto, incluso en el hinterland, marítimo, agrícola y montañoso porque es ahí, sí, ahí, donde se mezclan y se relacionan todos los usos, todas las actividades, todas las personas.

En resúmen, Smart City SÍ, pero controlada por los CIUDADANOS, no por las empresas que crean el slogan, que generan la necesidad y tratan de convertir en marionetas a nuestros políticos que nos venden las ventajas de la comodidad y de la utilidad mientras se desmonta un estado de bienestar y se sustituye por un estado de «optimicidad estadística».

D. Alfonso Carnerero Parra.  Director Técnico de Cue Arquitectos y Abogados.

 

Barcelona, quarta Smart City en el ranking europeu i primera d’Espanya. Una reflexió.

Entenent que Smart city és una realitat però també és un slogan. I veiem el primer d’ells: és important destacar que a Europa la primera ciutat espanyola en un suposat ranking és Barcelona després de Copenhague, Amsterdam i Viena. ¿ho hem votat, ho hem comparat, s’ens ha proposat a les eleccions, o en comptes de ciudatans  som pax d’unes estadístiques per vendre’ns serveis a través dels nostres representants?

De la pàgina web de l’Ajuntament de la Ciutat Comdal cal destacar que aquesta alta qualificació ve fundamentada en:

– L’aplicació de tecnologies d’informació i comunicació

– La millor gestió eficient dels recursos i dels serveis

– La multiplicació d’instruments i d’emplaçaments per a la relació (interacció)

– El transport alternatiu amb el cotxe elèctric, el tamvía i el bicing.

– El sistema de recollida d’informació sobre sorolls, comunicació, contaminació, etc.

– La creació d’un barri «districte 22@» pensat en la integració d’activitats

Em felicito que la segona ciutat espanyola, primera en moltes coses, ciutat de reconeguda personalitat pròpia urbana que explota al segle XIX i a principis del XX amb dos noms de referència, el militar de l’Arma d’ingeniers D. Ildefonso Cerdá i el admirat arquitecte Antoni Gaudí i Fornet.

Escurçadament però sense simplismes, vull defensar a aquella Barcelona a la que tots admirem i que ha estat escola de grans arquitectes i urbanistes, i grans escriptors com un Eduardo Mendoza que la va descriure tan clarament a través dels seus personatges de «la Ciudad de los prodigios», i no tant a la Barcelona Smart City, per el que diré a continuació.

Aquesta aplicació de tecnologies que s’ens ven «sense coneixer el cost material i espiriatual» ens facilita però ens controla, i és un equilibri difícil que ens obliga a pensar (qui no ha vist la saga Bourne, en la que el suposat temps real es sap tot, temps al temps).

Primer el primer:

La Smart City és la implementació de processos controlats per multinacionals dels serveis i de la comunicació que ofereixen als nostres polítics aplicacions que ens fan, als seus votants, la vida més fàcil, més endreçada, més còmode, més tot, fins a l’extrem d’acabar com en una faula de dibuixos animats anomenada Wall-e, és clar que no tan gros perque anem als Smart Gyms i els caps de setmana recorrem les Smarts vies pecuaries vestits de Colonel Capiota o de les més asequibles Oasis o Boomerang, segons el nivell del compte que tinguem a Andorra, per exemple.

La millor gestió eficient ens permet saber en una parada a quina hora arriba el bus i quants minuts estarem en ell. Amb el temps pot ser que sigui obligatori. Ara ja hi ha una policía de deixalles que ens multa si no baixem els dilluns la biológica que sigui zero positiva, els dimecres les de plàstics procedents del petroli, i els divendres les silícies. No, a Barcelona no, però hi ha ciutats europees que ja estàn revisant les deixalles per saber qui les va tirar. El que es diu un dret a la intimitat constitucional seccionat, sense ordre judicial.

La multiplicació d’instruments i emplaçaments per a la comunicació ja la veig quan vaig a Barcelona: tothom amb els seus mòbils hipercomunicats, ensopegant amb els viandants, aliens en els pasos de zebra a la interacció real, i escoltant un català estrident tecnològic vacu, en lloc d’aquella preciosa llengua entre persones que parlaven entre sí.

El transport alternatiu és estupendo: un tren de via fixa i catenaria, via fixa i catenaria no necessaris ja (no passa res, ens vendràn les millores més endavant aquelles multinacionals i contructores). I el cotxe elèctric per a nosaltres, i no per als centenars de taxis que en concesió administrativa donen el seu servei que precisa Barcelona. I bici també per a nosaltres. Em va sorprende a Nova York, la existencia de paquexprés i policia en bici, en una curiosa pel·lícula.

Per cert, encara no he vist als líders del Partit Comunista Xinès baixant-se dels seus «Haiga negros», però els taxis de tracció humana d’Asia els hem de veure, en un avanç sindical sense precedents: marketing previ, smart city, llocs de treball, etc.

El sistema de recollida d’informació, estupendo. Ah! Però, ¿que no existia per poder donar-nos serveis com l’aigua potable en perfecte estat o per avisar-nos de l’excés de polen o per poder amagar-nos si hi anés a caure una bomba dels nazis?. O ¿és que ara és més car, més perfecte, ho controla una multinacional que «utilitza» aquesta informació per exemple per explicarli a SaraFashion o StartreckCafé o a Extimissimmi on deu implantar-se?

El districte 22@, un clar exemple del urbanisme, que ha presidit aquests anys; ja el nom m’espanta, em recorda a una pel·lícula americana i el seu remake, aquell nom que va haver de costar un rinyó buscar per un consulting publicitari i decidir per una cúpula empresarial i política.

No, no els visiteu, si no es per motius de treball, perdeu, si es pot dir així, el vostre temps en l’Eixample, en la ciutat medieval, en la Rambla de Catalunya, en el Port, inclòs en el interland, marítim, agrícola i montanyesc perque es allí, sí, allí on es barregen i es relacionen tots els usos, totes les activitats, totes les persones.

En resum, Smart City Sï, però controlada pels ciudatans, no per les empreses que creen un slogan, generen una necessitat i tracten de convertir en titelles els nostres polítics que ens venen les aventatges de la comoditat i de la utilitat mentres es desmonta un estat de benestar i es sustitueix per un estat  d’ «optimisme estadístic».

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *